lunes, 22 de junio de 2009

Compañeros del taller, quiero compartir con ustedes esta reflexión:

Desde temprano los hombres medimos la perfección tanto de las tareas que asumimos como de las que encargamos realizar. Esta valoración, que comienza desde temprano (tanto en las aulas como en la casa) y continúa durante el resto de la vida, incluye también las obras que se surgen del ejercicio de aquellas profesiones para cuya realización y éxito no dependemos de una habilitación académica, como es el caso de la escritura de ficción.
Desde esta perspectiva las apreciaciones de Naún Month reafirmaron entre nosotros la certidumbre de no haber avanzado, no sólo porque los trabajos presentados denotaron errores en la construcción de la estructura, sino porque todavía no logramos superar los lugares comunes cuando intentamos crear figuras.
Este panorama, sin embargo, no significa incapacidad, ni dearrota. Por el contrario el criterio del director debe ubicarnos en la realidad de que tanto hemos hablado: estamos frente a un oficio difícil de aprender y de ejercer. De ahí que la persistencia y la humildad se conviertan en las herramientas que pueden ayudarnos a salir adelante, sobre todo porque, como sabemos al interior del taller y destacó Naún, hay asomos de algún talento.
Entonces no claudiquemos y continuemos puliendo. Quizás logremos el brillo.

Pantaleón

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